OBRA PARA SUBASTA
Nacida para el asfalto…
el movimiento se detiene para escuchar el pulso del agua.
Las resinas sellan las huellas del tiempo, los altos y los bajos, como si la materia aprendiera a curar sus propias cicatrices.
Los verdes y los azules respiran en diálogo: el uno desde la tierra reseca y árida… el otro desde la promesa de un cauce profundo.
Entre las sombras, la luz se filtra como un hilo de esperanza, buscando abrir camino hacia un pozo donde el agua aún duerme,  allí donde la sed es una plegaria cotidiana.
La tabla, suspendida entre impulso y calma,  se convierte en un puente entre el ruido urbano y el murmullo interior del agua.
Porque incluso desde el calor del asfalto puede brotar un manantial….
Un oasis